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Los paneles fotovoltaicos se instalan en módulos móviles que ocupan grandes extensiones de terreno. :: armando méndez

Hectáreas de sol a más de mil euros

Las 2.000 horas de sol que tiene Extremadura al año motivan a las empresas a instalar en la región sus plantas fotovoltaicas | Las promotoras optan por alquilar y buscan terrenos que sean llanos y sin árboles

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Domingo, 16 de junio 2019

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Un camión cisterna vierte una fina capa de agua por los caminos de acceso a las obras de un de los tres parques fotovoltaicos que se están construyendo en Logrosán. Es un forma eficaz de luchar contra las partículas en suspensión que se levantan al paso de los numerosos vehículos que circulan por estas vías de acceso.

En el estado actual de los trabajos, la mayoría transporta paneles solares embalados, aunque también hay bastante movimiento de maquinaria. A la construcción de la planta le quedan pocas semanas y desde las zonas más elevadas del terreno ya se puede ver como reflejan la luz del sol muchas placas que están instaladas y que luego habrá que limpiar para que el polvo no les impida hacer su tarea.

Juan Franco Ingeniero de Enel Green Power «La ratio es de algo más de dos hectáreas por cada megavatio de potencia instaltada»

Más allá del sol, las parcelas en las que se instalan parques fotovoltaicos tienen que reunir una serie de requisitos en cuanto a su orografía. Principalmente, deben ser lo más llanas posible. De esta forma, los trabajos de movimientos de tierra para la nivelación del terreno se reducen. Esta es una labor fundamental, porque uno de los aspectos que inciden rendimiento de la instalación es que los módulos de paneles estén a la misma altura.

Es importante que las placas no se den sombra unas a otras para aprovechar el mayor número posible de horas de sol diarias, pero también para proteger a los paneles que se pueden dañar si se calientan más por una parte que por otra.

Además, las nuevas instalaciones son móviles y permiten que los receptores se inclinen levemente para buscar una mejor exposición a los rayos del sol. Sin embargo, eso también puede generar más sombras si los terrenos no son planos. «Este en el que estamos se encuentra al límite; tiene ondulaciones, pero se pueden salvar», apunta Franco en relación al espacio en el que se asientan tres de las plantas que componen el proyecto Valdecaballeros.

Igualmente, las empresas buscan terrenos que no tengan árboles que impidan la ubicación de los módulos. La normativa de impacto ambiental no permite eliminar grandes masas de arbolado. «Sí es posibles retirar algún ejemplar, pero se deben hacer repoblaciones en otros terrenos», indica este ingeniero.

Precios

Lo más habitual es que las empresas alquilen los terrenos en los que van a instalar sus parques fotovoltaicos. Se realizan arrendamientos a largo plazo, siempre superiores a los 25 años -que es la vida útil que tienen los paneles- y los precios varían dependiendo de las características de las fincas.

El territorio extremeño es uno de los más cotizados, porque hay grandes extensiones llanas y con pocos árboles. Por término medio, los alquileres se mueven entre los mil y los dos mil euros por hectárea al año en la región, aunque suelen estar más cerca de la primera cantidad.

Una de las dificultades a las que se enfrenta la promoción de parques fotovoltaicos es la necesidad de grandes extensiones de terreno. «La ratio es de algo más de dos hectáreas por cada megavatio (MW) de potencia instalada; aquí tenemos casi 300 hectáreas y 126 MW», explica Franco, acerca de las tres plantas de Enel en Logrosán.

El espacio que ocupan hace que, en ocasiones, se ubiquen en fincas de uno o dos propietarios, por lo que labor de negociación es más sencilla, pero en otros casos se debe poner de acuerdo a varios dueños, algo que puede complicar el proceso.

Si la fase previa a la construcción se completa satisfactoriamente, los trabajos comienzan con la habilitación de los accesos y los caminos y con la ubicación de la zona de oficinas y almacén. «En paralelo se hace un estudio detallado y se efectúan pruebas para definir el proceso de hincado y la profundidad necesaria», expone Franco, mientras detiene el coche en una de las zonas en la que dos máquinas están clavando en el suelo los postes sobre los que irán los paneles.

Están separadas por escasos 20 metros, pero su avance a la hora de hincar la base de la estructura es muy diferente. Depende del subsuelo y, en caso de que sea de mala calidad, se ayuda de hormigón para asegurar la estabilidad.

Una vez que hay un buen número de postes, los trabajadores comienzan a montar la estructura que sujetará las placas. El equipo de montaje sitúa las vigas y las cabezas motoras, que permitirán la movilidad de los módulos.

Al mismo tiempo avanzan las obras de las zanjas y de instalación del cableado eléctrico. «Todo es subterráneo y termina en la subestación eléctrica que también estamos construyendo y donde se eleva la potencia para poder evacuar la energía a la red», afirma este ingeniero.

Por último, antes de poner la planta en producción, se colocan los paneles y se conecta toda la instalación.

A partir de ese momento, el movimiento de personas y vehículos dará paso a la calma. El volumen de trabajadores se reducirá notablemente y lo que queden estarán centrados en tareas de mantenimiento. La idea es que los animales recuperen el entorno y se beneficien de las zonas de sombra. Incluso se ha previsto que rebaños de ovejas puedan entrar en las fincas de las plantas para desbrozar el terreno.

años de vida útil tienen los paneles solares que se están instalando en la región. A partir de ese límite temporal comienzan a perder prestaciones, pero no dejan de funcionar. Las previsiones son que en un cuarto de siglo las empresas ya hayan rentabilizado la inversión en los parques fotovoltaicos, por lo que lo lógico es que sigan en funcionamiento más allá de ese periodo.

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