

Almudena Parra
Viernes, 15 de julio 2016, 19:15
La que fuera durante 33 años directora del Colegio Público Francisco Rodríguez Perera, Ramona Guarino Feijoo, se convirtió en la cicerone de la exposición de ADERCO Escuelas de ayer y de hoy. De esta manera, Guarino rememoró sus años de infancia como alumna en la escuela así como los posteriores como maestra.
Ramona Guarino Feijoo nació el 23 de febrero de 1929 en Villanueva del Fresno. Guarino superó la oposición de magisterio en 1950 y en 1952 fue nombrada propietaria definitiva de la escuela unitaria número dos de Castilblanco, en Badajoz. En 1954 pasó a la escuela graduada de niñas de Higuera de Vargas, destino en el que permaneció siete años.
En septiembre de 1961 regresó a la localidad siendo nombrada en 1964 directora interina de la agrupación escolar mixta, recién instaurada.
Durante 33 años ejerció su labor profesional en la localidad, una trayectoria en la que consiguió el transporte escolar, con el que se escolarizaron los niños que vivían en el campo. En 1969 recibían clases medio centenar de niños, lo que derivó en la construcción de un aula nueva. En aquel tiempo daba clases preparatorias para los exámenes de beca y certificados de estudios primarios.
Desde su puesto de dirección del Colegio Público Francisco Rodríguez Perera promovió un sin fin de actividades, tales como la participación del XIII Certamen Provincial de Villancicos en el teatro López de Ayala, la creación de la tuna escolar La Estrella y el certamen literario en honor a Francisco Rodríguez Perera, sin olvidar su implacable lucha contra la apatía familiar de la que nació la Asociación de Padres de Familia y Amigos de la Escuela.
A lo largo de su labor docente no dejo de reciclar sus conocimientos a través de continuos cursos. Obteniendo el reconocimiento de distintos consejos de inspección, varios votos de gracia y el escudo de oro del Ayuntamiento de la localidad.
El 30 de junio de 1994, recibió el caluroso homenaje de despedida de sus compañeros del Colegio Público F.R. Perera en el que permaneció durante 33 años.
-¿Cómo nació su vocación?
-Mi vocación ha sido tan clara que nunca me planteó dudas. Desde muy pequeña siempre tuve la necesidad de aprender. Recuerdo que cuando vivía en el campo, siendo muy pequeña, recibíamos la visita de la Guardia Civil que hacía las rondas, entonces yo le pedía al Señor Matas que me pusiera cuentas, para poder hacerlas. Yo empecé la escuela con seis años y a lo largo de mi vida he tenido tiempo de aprender muchísimo.
-¿En aquel tiempo era difícil hacer una carrera, no?
-Dificilísimo, y más siendo mujer, fíjate de mi época de estudiante, años cuarenta, cuántas mujeres hay con carrera, quitando familias pudientes. Pero yo era de una familia de campo y gracias a una maestra que se interesó en mí y habló con mi padre, me pude ir a examinar a Badajoz con ella. Después comencé a estudiar primero de Magisterio en los altos de Parra donde había una academia con diferentes profesores. Posteriormente me trasladé a estudiar al colegio más barato que había en Badajoz, donde tenía que estudiar en las escaleras del desván, pues aquello estaba lleno de señoritas de piso y allí hice mi carrera.
-¿Qué recuerda de su primer destino?
-Mi primer destino fue a Castilblanco, una experiencia buenísima, de hecho aún mantengo el contacto con alguna de mis alumnas de los años 52 al 54, allí ganaba 20 pesetas al día. Lo peor de todo era la comunicación, tenía que coger un tren hasta Cabeza del Buey, donde había que hacer noche, desde allí muy temprano al día siguiente salíamos en autobús hacía Herrera del Duque y allí se acababa la comunicación, había que ir en taxi y al final para llegar al pueblo había que coger una barca, porque el Guadiana no tenía puente, y a mí la barca me daba muchísimo miedo. Aquel era un pueblo oscuro de casas de paredes de adobe pero con gente amabilísima.
De mi estancia en Higuera de Vargas tengo buenísimos recuerdos, me siento una Higuereña más y en el 2007, cuarenta años después de marcharme, recibí una notificación en la que se me comunicaba que ponían mi nombre a una calle, algo para lo que firmó todo el pueblo y que me llegó al corazón.
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