«El cierre de la frontera nos está haciendo polvo»
Los controles en Valencia de Alcántara y Villanueva del Fresno obligan a dar rodeos de 160 kilómetros y hacer filigranas con los horarios
Desde que el gobierno portugués decidió que su frontera de Marvão (Valencia de Alcántara del lado español) no podía abrir las 24 horas, rara es la semana que Carlos Palo no tiene que coger el coche e ir a buscar a algún camionero para llevarle a dormir a casa. «Diez o doce veces lo habré hecho ya, algunas a medianoche o más tarde», asegura el empresario cacereño, dueño de una flota de 40 camiones que cualquier día y a cualquier hora están llevando o trayendo mercancías entre los dos países ibéricos, donde la covid ha resucitado las fronteras.
A esta altura de La Raya ya saben que en cuanto la incidencia del virus sube más de la cuenta, la frontera baja la persiana. Pero el último cierre es distinto, y está obligando a empresarios como Palo a hacer filigranas con los horarios. Porque a diferencia de otros momentos de la pandemia, ahora este paso no está siempre disponible para trabajadores transfronterizos y quienes demuestran tener una causa justificada. Ahora abre solo de 7 a 21 horas de lunes a viernes y cierra sábados y domingos.
Es así desde el 15 de febrero. El Ejecutivo luso alegó razones operativas, pero en la zona están convencidos de que el motivo real es la escasez de agentes de la GNR (Guardia Nacional Republicana, el equivalente a la Guardia Civil) y de funcionarios del SEF (Servicio de Extranjeros y Fronteras). De lo que no hay dudas es de que este cierre parcial ha cambiado muchas rutinas en torno a este punto que une Extremadura y el Alentejo, el segundo más transitado de la región tras el de Badajoz/Caya. En un escenario sin restricciones, lo usan 1.528 vehículos al día, el 7% de ellos (algo más de cien) camiones, según los últimos datos del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Cuando no se puede pasar por él, la alternativa es bajar hasta Caya (11.000 vehículos al día), lo que supone dar un rodeo de unos 160 kilómetros (depende de la ruta elegida).
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«Yo pensé que sería una medida para 15 días o así, pero llevamos ya un mes y me están haciendo polvo la empresa», resume Carlos Palo, cuyos camiones llenos de corcho cubren a diario la ruta de San Vicente de Alcántara a Oporto y a Coruche (cerca de Lisboa). También conectan con varios puntos del norte y del sur de Portugal, en particular con el Algarve. «Y es bastante habitual que carguemos en Portalegre (Portugal, cerca de la frontera) los domingos para ir a Francia», amplía el dueño de Transportes Palo, que tiene en nómina a conductores españoles y lusos. «Si la carga o la descarga se retrasa, algo común, y llegas a la frontera después de las nueve de la noche, ya no puedes pasar», explica el empresario, que además debe tener en cuenta la legislación sobre horas de trabajo y descanso de los camioneros.
En definitiva, un puzzle complejo en condiciones normales y ahora un dolor de cabeza que conocen también en Villanueva del Fresno, otro enclave extremeño que padece a diario el cierre de fronteras. La suya –y la de Zarza la Mayor/Monfortinho– abre dos horas por la mañana (de 8 a 10) y dos por la tarde (de 6 a 8).
Valencia de Alcántara abre de 7 a 21 horas, y Villanueva de 8 a 10 y de 6 a 8, y las dos cierran sábados y domingos
«Es una faena en toda regla», resume Luis Carlos Perera, de Transportes Perera, que hace dos o tres viajes semanales a Portugal para transportar ganado. «Vamos bastante de Villanueva del Fresno a Reguengos de Monsaraz –detalla–. Con la frontera abierta son 70 kilómetros entre ir y volver, pero si está cerrada hay que ir a Caya y te haces de 200 a 250 kilómetros, según la finca a la que vayas». «Tú te puedes organizar muy bien para hacer coincidir ida y vuelta con las horas que abre tu frontera, pero puede pasar que el veterinario que te revisa la carga y te da la guía (el permiso para hacer un transporte internacional), llega tarde porque ha revisado otras cuatro cargas antes que la tuya y lleva retraso».
Esto genera dos facturas: la del tiempo y la económica. «Llevar ganado de Jerez de los Caballeros a Reguengos cuesta 250 euros, pero si tienes que dar un rodeo, son 400, así que al final, esto de la frontera lo pagamos nosotros pero también los clientes».
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Y no hay solución a la vista. «Portugal anunció que se replanteará sus medidas el 9 de abril, pero yo no confío mucho en que vayan a abrir, visto cómo evoluciona la incidencia», plantea Ramón Díaz Farías, alcalde socialista de Villanueva del Fresno (3.364 vecinos). Él escribió a la Delegación del Gobierno pidiendo un adelanto del horario matinal, «pensando en los trabajadores agrícolas, que en cuanto el calor aprieta entran a trabajar con el amanecer». Pero no han atendido su solicitud.
Quejas que no han servido
Tampoco la que enviaron a sus respectivas administraciones hace unas semanas el ayuntamiento de Valencia de Alcántara y su equivalente de Marvão pidiendo la apertura durante 24 horas. «La Delegación del Gobierno nos ha explicado que poco puede hacer, al ser una decisión de Portugal», explica Alberto Piris, alcalde socialista de Valencia de Alcántara (5.373 habitantes). «Esto es un trastorno tremendo para los trabajadores transfronterizos, que los hay en muchos ámbitos, incluido el sanitario, con gente que vive aquí y trabaja en el hospital de Portalegre», apunta el regidor. «En esta zona –añade– hay pasos por caminos rurales, pero están cortados con piedras. No podría pasar una ambulancia, ni los bomberos».
Es lo que sucede, por ejemplo, en La Fontañera, paso clausurado con bloques de hormigón y al acude cada sábado Lucía, la dueña portuguesa de 'Delicias da Lu', una cafetería, pastelería y panadería de Valencia de Alcántara. «Yo vivo en Portalegre, –cuenta– y para abrir el fin de semana, dejó el coche en la frontera y me van a buscar allí».
Luis Costa, vicepresidente de la cámara municipal de Marvão, lamenta «el frenazo a las actividades culturales conjuntas con Valencia y a las compras, de españoles en nuestro país y viceversa». «Hemos escrito al gobierno portugués –concluye– pidiendo una solución que no ha llegado. Solo él puede cambiar la situación. Por nosotros mismos, no podemos hacer nada».
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